Buenos
días mi dulce mañana.
“¿Perdiste las estrellas que te ofrecía la
madrugada?”, me pregunta.
La
respuesta es un no rotundo. No las perdí. No perdí ninguna estrella y menos una
de las que caen, porque no, las mías son invencibles. Es lo que hago con ellas;
las torno invencibles, incombustibles.
Nos
parecerá complicado desenvolvernos hoy, ¿no es así?¿dulce mañana?
¿Qué
dirá nuestra estrella elegida?¿Qué pensará nuestra estrella especial al ver que
no hay nada para ella hoy, quizá? ¿Qué diré yo, mi estrella?
Yo
jamás desapareceré, divagaré por ti con pasos pequeños, lentos, trabajados, con
temor de hacer demasiado ruido. Pasaré mis dedos por tu espalda, con la pura delicadeza
de quien conoce el canto a las flores. Mi piel se arrastrará por los
centímetros descubiertos de la tuya, curará heridas, barnizándolas con el
olvido. Te tocaré con mis uñas y quemaré aquello que destroza tu pureza. Te
haré seguro. Me colaré por tu oído, y hablare en dulzura y en imperativo. Y si
me dejas, estrella, si me dejas yo te dejaré también un oído, con la llave de todas
las puertas que necesites. Y podrás moverlo todo, pero cuidado con destrozar.
Hay ninfas protectoras en cada habitación. Cuidado estrella, cuidado amor.
Cuidado.
He
estado cansada, me cansas, siempre esperas a que no pueda más para dejar que me
vaya. No piensas que me espera un día complicado, cansino, harto corto; por el
tiempo, se escapa, por las horas, están marcadas, por mis pies, muestran sueño,
por mi mente, quiere soñar…
Necesito
que me crees un espacio y me digas en él que soy fuerte, necesito que jamás te
vayas antes de haberme abrazado, dado besos y enviado a las puertas de mi reino
predilecto. Donde Morfeo dice “Lady Luna Llena”. A veces necesito que me
abandones cerca y que me tengas desde lejos.
Dame
libertad y enséñame cuanto soy capaz de añorarte. Con cariño, porque no me iré
a ningún lugar hermoso sin ti, sin ti no hay lugares hermosos. Bonitos, a lo
sumo.
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